Gracias a la "Virgencita" y a "Tatica Dios" que tenemos costarriqueñismos.
La vida sería un bostezo si cada ver que algún chunche se eschocha, tuvieramos que decir: ¡Oh se ha estropeado! ¡Qué pena!
No. No hay como un sonado: ¡¡Acharita!! ¡¡Se fregó el chunche!!
Debo reconocer que soy un defensor a ultranza (o a güevo) de los costarriqueñismos y de la forma de hablar en Costa Rica.
Adoro el "voseo"...
Y me burlo, honesta y directamente de esos polos (que ahora dicen: naco) que te saludan: “bien y túúú” o preguntan: ¿Tú tenés hora?... ¿Tú vivís en Desampa?
Qué tristeza y mueca idiomática es esa.
Los costarriqueñismos son maravillosos. Dignos de impulsarse y nunca desconocerlos, son como la abuela pizpiretas que todos tenemos, no nos avergoncemos de ellos.
El "maje" o "mae" nunca me gustó. Máxime, porque lejos de aportar al idioma, le robó el puesto a muchos otros vocablos: chavalo, amigo, pareja, compa, rival, enemigo, hijueputa, cabrón y otros adjetivos calificativos o epítetos que van cayendo en desuso... por vil substitución.
Por otra parte, me encanta viajar en la Cazadora y escuchar como la gente común continúa hablando con palabras autóctonas. Pero, cada vez, se oye la contaminación de vocablos importados que vienen a rivalizar las palabras añejas o inexistentes.
No encuentro pecado en usar costarriqueñismos en los medios, más bien los promuevo.
Lo que sí es horrible, es enfrentarse al paupérrimo vocabulario del tico promedio, a la majadería de "importar" palabras y ese "malinchismo lingüistico” de convertir todo en palabras gringosonantes y barbáricas.
¡Qué no te avergüence ser tico! Es mejor ser un “polo-orgulloso” que un “naco-sin identidad”.
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